Cuando mi hija este grande, uno de mis anhelos es que en su corazón albergue tanto amor por mi como yo lo tengo por mi madre. Mi mama es una mujer verdaderamente fuera de este mundo aun manteniendo una sincronización con esta realidad terrenal. Ella ha llenado mi vida de un apoyo incondicional que ha traspasado barreras y se viste de diferentes labores. De ella aprendí que aunque es una sola persona, se puede influenciar de muchas maneras y extenderse en diferentes ángulos sin descuidar los otros. Describiéndola un poco más a fondo, quiero confesarles que me parece una de las mujeres más hermosas que conozco y desde niña me encantaba perderme entre esos ojazos verdes que tiene. Es una mujer de carácter cálido, amable, servicial, luchador, ingenioso, de espíritu humilde, gracioso y es tímida al mismo tiempo, es trabajadora (una manera excesiva), no sabe de rencores y no sé dónde se acomoda los excesos de amor y cariño por nosotras. Mi mama me enseña mucho de la vida e inclusive de sus momentos inoportunos he aprendido y mi admiración hacia ella es algo que no puedo captar y resumir. Pero asumir esta posición como hija me tomo varios años.
Hoy ella está de cumpleaños y quise honrarla en vida con esta publicación. Creo que así plasme mi alma entre estos renglones me quedare corta pues en realidad cuando una persona te regala tanto de si y sobreabunda en tu vida es muy difícil igualarle. Cuando mis padres se divorciaron, mi madre tomo las riendas de nuestra crianza y recuerdo que casi no la veía, pues trabajaba sin descansar y con el sudor de su frente y esas manos incansables poco a poco nos sacó adelante. Mi madre no es de un carácter cariñoso, pero mi abuela tampoco lo fue con ella (como se le brinda a alguien algo que tu no aprendiste o tuviste de niño) por eso lo comento. Pase muchos años tratando de entender como una mujer que obviamente nos amaba tanto era a veces un poco distante en su afecto personal. Cuantas veces nos adelantamos a juzgar a nuestros padres/madres por la manera en cómo nos criaron e ignoramos por completo que ellos también fueron niños(a) en algún momento (Deuteronomio 5:16). Al pasar los años y convertirme en madre es que logro comprender esto y aprendí que el lenguaje de amor de mi madre no era el tacto físico (los de ella son regalos y actos de servicio, así demuestra su amor y los míos son contacto físico, las palabras de afirmacion y los regalos), les recomiendo que lean “Los 5 lenguajes del amor por: Gary Chapman”, este libro es excelente y puedes aplicarlo para toda relación importante de tu vida, es vital identificar como otras personas demuestran su amor y reconocerle cuando te brindan este sentimiento (1 Corintios 13: 4-13) . Por medio de mi experiencia como madre, testimonios de terceros y conferencias que he cogido en la iglesia es que logre entender muchos aspectos de ella y quizás no dejar esas incógnitas en el aire.
La calidad de madre que soy con Yuliana viene de una generación de mujeres dedicadas a sus hijos, mi abuela a pesar de tener su carácter firme y de tener una manera muy particular de querer imponer su voluntad, amaba a sus hijos(a) y aun en su último suspiro de vida velo por ellos y se preocupaba por su bienestar a pesar de ser adultos. Por consiguiente mi madre es muy parecida a mi abuela en ese sentido y por ese mismo sendero voy yo. Entonces al mirar hacia atrás, veo la mano de Dios en esta etapa de mi vida y poco a poco al desenvolverme como madre me doy cuenta que la influencia está bien acentuada y como las crianzas marcan una generación tras otra. Ante todo los exhorto a que valoren a esa mujer que Dios les dio como madre, si ella aun esta con vida llámenla y procúrenla, sáquenla a cenar o a un café, celebren su cumpleaños y visítenla cada vez que puedan, rían juntas de tonterías y haláguense como mujeres. Agradezcan a Dios por sus vidas y tratemos de no ser tan radicales en momentos de querer criticarles por sus maneras de ser (Proverbios 23:22). Ellas cuidaron de nosotros cuando estábamos niños, se trasnochaban cuando enfermábamos, sanaban heridas cuando nos lastimábamos y cuando se acostaban lo más seguro se desvelaban pensando en cómo resolver una situación para poder ayudarnos y quién no recuerda esos platos favoritos que nos cocinaban y como se esmeraban para que nuestra ropa y comida estuvieran al día. Ellas sufren nada más de pensar que algo nos pueda ocurrir y aún más el pensar que algo les pueda pasar a ellas, pues uno de los temores más grandes de una madre es dejar a sus hijos(a) aún más si están pequeños, lo digo porque esto me pasa a mí. No todas las mujeres que tienen hijos pueden tildarse como madres de este calibre, como dice la bis-abuela de mi hija: “son madres de yautía” (TE AMO MI VIEJA), pero si tienes una madre que te espera emocional, mental o físicamente por favor medita en estas palabras.
Mamita de mi vida, con esas manos y pies fatigados de trabajar, ese corazón con cicatrices remendadas y esa mirada dulce que ni con el paso de los años se endurece. Te doy las gracias reina de mi vida por llenar mis días con tu presencia, por tu preocupación y respaldo incondicional. Eres la rosa más hermosa de mi jardín y no me alcanza la vida para agradecerte tanto. Perdóname por mis locuras y ese desorden en mi vida, por las lágrimas que has derramado, por las palabras sueltas que se me han salido, por esa llamada o visita que nunca llegaron y por creer que tenía algún derecho de juzgarte. Solo Diosito sabe lo mucho que te amo y cuanto agradezco que seas mi madre con todo lo que esto implica, tienes mi corazón en tus manos. Gracias por enseñarme tanto de la vida aun en medio de tus silencios y de la ausencia de tu presencia por estar trabajando. Que Dios te de muchos años mas de vida y de salud, que conceda los anhelos de tu corazón y que el siga llenando tu vida con su gozo (Salmo 139: 13-15). Gracias por amar tanto a mi hija, por dejar tus planes a un lado por respaldarme, acompañarme y consentirme en mi embarazo, gracias por creer en mí y respetarme como madre de tu nieta y sobre todo gracias por darle ese cariño y amor a tu Kuako (apodo que mi madre le tiene a mi hija). En estas palabras te dedico mi amor y sé que hablo por mí y mi hermana, Dios no nos pudo dar una mejor madre que hoy en día es nuestra amiga, confidente y la dulzura de nuestras vidas.
¡TE AMO MAMITA, FELIZ CUMPLEAÑOS!