¡Que hubo pues!
Entre todos los niveles de aprendizaje, cartuchos de municiones agotados y las diferentes escalas y embarcaciones enfrentadas puedo señalar a ojo cerrado cual ha sido el reto que me ha llevado casi al nivel de completo desequilibrio y es aprender a llevar la crianza de mi hija con el lado “oponente” más importante de mi vida, su padre. Él me ha llevado al punto de someterme a constantes auto-análisis pues ambos somos de diferentes personalidades y como madre algunas prioridades van en sentido contrario y muchas veces las asimilo en reversa con un tic crónico en el ojo. Es en esos momentos de aprietos y de sentirnos acorralados que con un movimiento en falso podemos traer al piso nuestro Jenga y entonces hasta ahí llego el esfuerzo, porque nuestra reacción es determinante y crucial. Voy a hablar un poco en como manejo la relación y la dinámica con el padre de mi hija. Obviamente las circunstancias no son las mismas para todos(a), hay situaciones donde los padres de tus hijos(a) son expertos en caracterizarse como nómadas en la vida de ellos en todos los sentidos.
Muchas veces he visto como hay padres de familia que están juntos en un matrimonio y cada cual tiene un norte muy diferente en cuanto a la crianza de sus hijos y esto da pie a la inestabilidad bajo un mismo techo. Por lo tanto, es aún más difícil cuando estas enfrentándote a esto a solas pues mantener un equilibrio con una persona que no está siempre presente en el día con día es tratar de subir una cuesta en reversa. Por ende es complejo encontrar esa dinámica, poner emociones a un lado y enfocarnos en lo que queremos para nuestros hijos(a), ellos son los que importan y esta relación (juntos o separados) los afectara para el resto de sus vidas e inclusive influirá como manejan sus relaciones en su adultez. Sostener una relación con el padre de tus hijos(a) es mucho más que una manutención mensual, o el fondo para la universidad, los tratamientos de Ortodoncia etc., se trata de no darte por vencida ante la ignorancia y el egoísmo. Es una lucha constante para que ellos mantengan un vínculo (padre e hijos) y a medida que ellos crecen puedan encontrar esa estabilidad en esos recuerdos que traerán enseñanzas trascendentales para su vida.
Me parte el corazón cuando veo niños que los someten a un tira y jala, una manipulación o los utilizan como excusas para lastimar. Lo siento mucho pero eso se llama egoísmo y no es justo que esto sea lo que le enseñamos a nuestros hijos(a). Por consiguiente, es crucial someterte a un auto-examen, poner tus prioridades y emociones en orden, si hay alguna aspereza pon las cartas sobre la mesa y trata de dialogar, haz el esfuerzo por tratar de ser lo más sabio(a) posible (pídele sabiduría a Dios, el té la dará – Santiago 1:15). Yo no puedo decir que la relación que tengo con el padre de mi hija es la perfecta, pero si tratamos de que sea la ideal para ella en medio de las circunstancias. Muchas veces he tenido que pasar a secas muchas situaciones que me han dolido, incomodado y hubiese sido más fácil dejarme llevar por la emoción del momento, pero el detenerme y pensar en mi hija es lo que me facilita el ser prudente. Esta relación se la sometí a Dios hace muchos años y siempre le pido que tome el control, yo no quiero ser ese tipo de madre que se caracteriza por hacerle la vida al padre de mi hija imposible, me parece una actitud tan desagradable. Eso de caer en el estereotipo de “baby mama – drama” me revuelca el estómago y lucho en contra de mi propia naturaleza para evitar cargar con ese estigma en la frente. Nuestros hijos perciben todo, como manejamos estas relaciones, los sentimientos genuinos hacia otras personas y el pensar que ellos no se dan cuenta, se convierte en nuestro primer error.
Este dibujo lo hizo mi hija cuando estaba más pequeña
¿Qué me ha funcionado a mí? Ante todo el respeto hacia Dios, mi hija, su padre y sinceramente hacia mí. ¿Cómo le enseño a mi hija que me valoro y respeto si mis acciones demuestran todo lo contrario? Eso es contradictorio a cualquier teoría, por ende es de suma importancia mantener esto en cuenta. Etapa por etapa hemos logrado sacar adelante esta relación y mi hija hasta ahora nunca puede decir que nos ha visto discutiendo o faltándonos al respeto ni siquiera mientras ella no esté presente. Obviamente, no estoy diciendo que no hay desacuerdos porque claro que los hay, pero gracias a Dios ambos estamos en la misma página en cuanto a muchos aspectos importantes para nuestra hija. También he aprendido a las malas que la comunicación es sumamente fundamental, esto se ha convertido en un reto personal, pues cuando llevas tanto tiempo solo y enfrentas diferentes situaciones sin consultar con nadie, esto se puede convertir en un desafío que se tiene que superar. También, procuremos ser agradecidos(a), tendemos a enfocarnos siempre en lo negativo y es tan fácil eludir los esfuerzos que muchas veces se nos pasan de frente y ni cuenta nos damos. Como siempre la oración, ora por el padre/madre de tus hijos, preséntaselos a Dios e invita a Jesús a que tome las riendas de todo. Esto es una relación para toda la vida, porque aunque ellos crezcan tendremos que compartir en un mismo espacio desempeñándonos como padres, abuelos etc. Si tu situación te lo permite y si ves la posibilidad de tener una relación más sana, pon el esfuerzo y no te pongas en una posición donde tus hijos al crecer te reprochen algo. Mis padres trataron de llevarse siempre bien y gracias a Dios este fue el ejemplo que recibimos y esto es un respaldo en mi vida en como manejo esta relación con el padre de mi hija y hoy por hoy no les reprocho nada, por el contrario les agradezco. Recuerda que ante todo es vital ser del mismo equipo, estar del mismo lado y pelear contra lo que sea, quien sea para que esta relación sea la mejor posible dentro de las circunstancias, nuestros hijos(a) se lo merecen y si no recibiste un ejemplo sano en tu crianza pues entonces empieza una tendencia nueva que marque las futuras generaciones de tu vida. En esto es mejor tener un aliado que un antagonista.
¡Dios les bendiga!