Los niveles heteróclitos en nuestra vida pueden mantenernos en estados de constante variaciones. Unas veces estamos caminando por un sendero con terreno nivelado y en otras ocasiones nos toca escalar de peña en peña para poder seguir nuestra marcha. Son tantas las veces que resbalan nuestros pies o damos un paso en falso mientras tratamos de escalar, e inclusive en ocasiones nos lastimamos. Tomamos tiempo, nos secamos el sudor de nuestra frente, tomamos aire y como no mirar hacia el frente, hacia arriba y pensamos: ¡Uff, aún nos falta tanto por delante! Es cuando entra la duda y nos ataca pues pensamos tirar la toalla y decir hasta aquí llego yo, para que insistimos tanto si llevo un gran trecho de camino recorrido y aun no veo la cima y tampoco sé a qué topografía me enfrentare más adelante. Nos duelen los pies, tenemos ampollas en los dedos, estamos sudados y ese sendero se ve muy desigual al mirar hacia adelante. Sinceramente aun en medio de la gracia de Dios, a veces me siento de esta manera en cuanto a ciertas situaciones en mi vida. Quisiera tirar la toalla y decirle a Dios, perdóname pero no quiero seguir, no creo que valga la pena tanto esfuerzo y persistir en llegar al final. Quiero sentarme a estudiar un mapa y quizás buscar una ruta alterna un poco más fácil y que su terreno no sea tan heteróclito. Nos preguntamos cómo continuar por esta ruta cuando oscurece y hay muchísima neblina por delante, no sabemos hacia donde nos dirigimos.
¿Se identifican conmigo? Puede ser en cualquier aspecto de tu vida que te pase esto. Los caminos que son irregulares no discriminan circunstancias y los podemos encontrar en cualquier meta, anhelo o propósito que emprendamos. Cuando las situaciones se empiezan a tornar complejas y nos empezamos a sentir fatigados emocional, espiritual y mentalmente es cuando queremos dar media vuelta y salir corriendo o quizás encontrar una cueva y escondernos ahí como si el sendero se fuese a disipar simplemente porque pasa el tiempo. Desafortunadamente esto no es el caso, podemos buscar rutas alternas un poco más de acuerdo a nuestra capacidad y fuerza humana, quizás inclusive podamos llegar más rápido, pero las rutas que traza el Señor para poder llegar al lugar que él tiene para nosotros vienen trazados así por motivos ocultos a lo evidente. Es un terraplén que nos enseñará más allá de como aprender a escalar y fijar donde ponemos el pie para dar el siguiente paso. Cuando nos enfocamos en lo arduo del camino es muy fácil distraer la mirada del enfoque de lo que Dios nos ha llamado a seguir. Dios no te hace caminar por senderos escabrosos y que retan tus instintos si no hubiese un aprendizaje, crecimiento, liberación de por medio. Todo cuanto Dios te pide que hagas trae un propósito de por medio, no sabes si en ese camino te toparas con alguien que necesite de tu ayuda o puedas darle animo o todo lo contrario quizás esa persona tenga palabra de aliento para ti. Lo importante de ser diligentes y perseverantes en esto es que a medida que vamos pasando por diferentes alturas nos empezamos a fortalecer, pues nos empujamos a tal punto de incrementar nuestra resistencia y somos más cautelosos en donde ponemos nuestros pies y así evitar tropezar con la misma piedra, también entendemos que aunque nuestras intenciones sean las mejores solo Dios puede examinar nuestros corazones y dictaminar si vamos de acuerdo a sus propósitos en nosotros.
Que hay de la enseñanza y dependencia de Dios, porque si la jornada fuera fácil entonces sería mucho más fácil terminar a solas y no tener que depender de Dios y aprender a esperar en el en medio de nuestros descansos. Poco a poco el utiliza cada etapa de tu escala para pulirte, aliviarte y encaminarte no tan solo físicamente pero ante todo espiritualmente, muchas veces para poder enfrentar nuestra próxima etapa con sabiduría es necesario pasar por un proceso de desintegración y desigualdad para poder afrontar el futuro, pues saldremos con una pensamiento más simétrico y con un propósito más alineado a la voluntad de Dios. Cuando los caminos son tan fáciles de recorrerlos y no traen amenaza de ningún tipo nos volvemos confiados en que somos los que tenemos el control de todo y perdemos la percepción de lo que Dios quiere y anhela de nosotros. Por esto muchas personas cuando comienzan la jornada con Jesús, empiezan a ver los caminos desiguales y así mismo se desaniman, pues tienen el concepto erróneo de que en este caminar no encontraran trechos de camino que salpiquen a tu vida la incertidumbre de no saber hacia dónde te diriges y encima de todo es un reto el enfrentarte a este gigante porque lo que ven por delante no es lo que se imaginaban. Les exhorto a seguir creyendo, insistiendo en su caminar con Jesús, por más insólito que parezca ese terreno por el que hoy estas pasando procura mantener tu fe y mirada en Jesús y en cada etapa de cambio descansa en él. Confía que el todo lo hace con un propósito en mente y para poder ayudarte a crecer en él. Cuando veas desigualdad en tu vida siente como Dios quiere darte de su tiempo para trabajar en ti y no dejarte así como te encuentras. ¡Eres importante para él, eres obra de sus manos y por quien lo dio todo.
Dios te ilumine, acompañe y bendiga


